Agresión: explorando las causas y posibles técnicas de reducción

Agresión: explorando las causas y posibles técnicas de reducción

Podríamos afirmar con total seguridad que prácticamente todos aquellos que hemos trabajado u observado animales durante un tiempo considerable, hemos presenciado algún tipo de comportamiento agresivo.

No son fácilmente identificables, sin embargo, existe evidencia empírica que sugiere que la agresión puede ser prevista, controlada y reducida. Sin embargo, a pesar de la cantidad de literatura existente sobre el tema, poco se ha centrado en los mamíferos marinos.

 

En esta ocasión, nos inspiramos lo más fielmente posible en el artículo “Agresión: Explorando las causas y posibles técnicas de reducción” de los profesionales Ted N.Turner y Chuck Tompkins, quienes presentaron éste tema en la conferencia anual de IMATA en Amsterdam en 1989.

 

El control de la agresión es un tema importante para nosotros como entrenadores. No solo nuestros animales corren el riesgo de sufrir lesiones, sino que nosotros también corremos ese riesgo, especialmente si intentamos intervenir.

 

Con frecuencia, durante una intervención, la agresión puede incluso intensificarse. La intervención durante una agresión generalmente solo servirá para aumentar la frecuencia o la intensidad de la misma a través del refuerzo accidental. A menudo, los entrenadores o cuidadores permiten que los animales "resuelvan sus diferencias". Sin embargo, cada vez hay más pruebas que sugieren que la agresión como herramienta catártica o liberadora solo sirve para intensificar los problemas y aumentará la frecuencia de las peleas. Entonces, ¿cómo intentamos controlar o reducir la agresión sin empeorarla? Primero debemos comprender las causas de la agresión.

 

 

 

Como afirmó el etólogo Konrad Lorenz, “la agresión es parte del repertorio de comportamiento normal de un animal que le permite enfrentarse a su entorno". Una sinopsis del proceso fisiológico muestra que los estímulos externos viajan al cerebro a través del sistema nervioso periférico, donde la estimulación del hipotálamo provoca la activación del sistema nervioso autónomo. Este sistema estimula las glándulas endocrinas que, a su vez, producen adrenalina. Este proceso prepara el cuerpo para la agresión o la huida (síndrome de activación) y en este punto se hacen evidentes ciertos comportamientos observables. Un observador cuidadoso puede reconocer estos precursores como comportamientos agresivos "premonitorios" y tomar medidas para evitar el resultado inevitable. Las especies de mamíferos marinos tienen sus propios comportamientos precursores, muchos de los cuales identificaremos después. Por ahora, digamos simplemente que las causas de la agresión están influenciadas por la fisiología e incluyen factores hormonales, participación endocrina y fluctuaciones bioquímicas. A partir de este punto, nos centraremos en los factores externos que dictan el comportamiento agresivo.

 

Gran parte de lo que aprende un animal está gobernado por el grupo social. A medida que el organismo se desarrolla, los castigos y los reforzadores derivados del grupo o del entorno moldean lo que se aprende y, posteriormente, se exhibe por el animal. Se ha descubierto que muchas respuestas agresivas aprendidas y sociales provienen de tres fuentes principales: la madre, la competencia entre hermanos de camada y el "juego" con la presa (Wolgin, 1982). A partir de esta situación de aprendizaje, se desarrolla y se ensaya un repertorio más amplio de comportamientos depredadores. Las imágenes que podemos ver en documentales de orcas apoyan esta teoría en relación a los mamíferos marinos. A menudo vemos a los adultos incapacitar a la presa y permitir que los jóvenes tengan la oportunidad de imitar y ensayar respuestas agresivas y depredadoras. Gran parte de este comportamiento se atribuye al aprendizaje observacional.

 

Albert Bandura, el psicólogo social, fue ampliamente reconocido por su teoría de que la agresión puede ser aprendida o influenciada al observar a otros. Gran parte de lo que presenciamos en nuestras situaciones de entrenamiento respalda esta idea. Un entorno agresivo brinda a los animales la oportunidad de aprender y ensayar comportamientos agresivos, lo que aumenta la probabilidad de que se manifieste la agresión.

 

Observamos este proceso en la dinámica social de los delfines mulares. Según Johnson y Norris (1986), las observaciones sugieren que la dinámica social de los delfines se basa en una jerarquía de dominancia en la que un macho alfa dicta el estatus social y el acceso a la reproducción mediante comportamientos amenazantes. Este animal dominante controla al grupo inicialmente agrediendo a los miembros que aún no han aprendido ciertos aspectos sociales. Con el tiempo, a través de consecuencias punitivas o de castigo, el comportamiento agresivo se transforma en una señal precursora de agresión, como movimientos de cabeza, mandibulazos, golpes con la caudal u otras exhibiciones o displays de amenaza, y se convierte en la única señal necesaria para controlar al grupo. Este proceso de aprendizaje se estabiliza y solo se producen peleas periódicas. Sin embargo, si se agrega o se quita a un miembro nuevo, la dinámica social cambia, lo que aumenta la frecuencia de los display de amenaza y las peleas, hasta que el nuevo miembro encuentra su lugar subordinado o el animal dominante es reemplazado (Goodall, 1986). Es importante tener en cuenta que muchos otros factores influyen en la evolución de la agresión social.

 

 

Ahora examinemos un escenario de entrenamiento que puede ayudar a clarificar aún más un ejemplo de agresión social. Un grupo de leones marinos ha sido recientemente trasladado a su instalación desde dos zoológicos. Inicialmente, todo está tranquilo y los animales parecen ser altamente compatibles. Sin embargo, a los tres días comienzan a surgir peleas con mayor frecuencia. Con el tiempo, las peleas disminuyen y el área se vuelve estable, con solo algunos brotes periódicos de agresión. Esta situación es normal y generalmente ocurre por las siguientes razones:

  • Establecer la posición alfa.
  • Establecer el territorio principal.
  • Adquirir espacio para dormir.
  • Adquirir derechos de reproducción.
  • Obtener alimento, y a medida que avanza el entrenamiento, obtener atención (refuerzo por parte de los entrenadores).

 

 

 

Ahora vamos un paso más allá y descubrimos que dos de estos leones marinos han comenzado a realizar presentaciones.

Mientras los dos leones marinos están en sesión, el animal dominante comienza a desplazar al animal subdominante rugiendo y moviéndose hacia él. El animal subdominante se aleja corriendo, mientras que el animal dominante se queda y continúa con la presentación.

Al analizar la situación, encontramos que el animal dominante recibe un refuerzo positivo al poder continuar, y un refuerzo negativo al desplazar al animal subdominante. Al mismo tiempo, el animal subdominante recibe un refuerzo negativo al escapar de la posible agresión. Como sabemos, el refuerzo, por definición (ya sea positivo o negativo), tiende a aumentar el comportamiento que lo precedió. En consecuencia, lo mismo ocurre en la siguiente presentación.

 

Esta próxima situación representa una combinación de jerarquía social y refuerzo accidental.

Un entrenador comienza a alimentar a un delfín joven mientras alimenta al mismo tiempo a un delfín adulto. Mientras el entrenador refuerza al animal joven, ocasionalmente un pescado se escapa y cae al agua. El adulto rápidamente gira la cabeza y se come el pescado. En las siguientes sesiones, el adulto comienza a robar la comida del delfín joven y empieza a realizar algún precursor hacia el animal más joven. En la próxima semana, el adulto estará persiguiendo al joven y rápidamente volviendo la atención hacia el entrenador para ser reforzado.

 

 

Si en este punto se refuerza este comportamiento, estaremos reforzando una agresión o indicio de ella. Ambos escenarios son ejemplos de agresión social con refuerzo accidental que contribuye al problema. Tomando estas precauciones, se podrían haber evitado ambas situaciones:

- Buscar señales de advertencia (precursores).

- Desviar la atención (Redirección del estímulo para redirigir la energía del animal).

- Reforzar cualquier comportamiento que no sea agresivo (DRO y DRI).

- Alimentar con más cuidado.

La introducción de nuevos animales en el grupo, cambios en la jerarquía y fluctuaciones ocasionales en determinada época del año, actividad sexual, estrés por diferentes motivos, entrenamiento descuidado, reforzamiento accidental y aprendizaje observacional son algunas de las causas principales de agresión.

 

Durante el uso de programas de refuerzo parcial, incluyendo FR/Fl y VR/VI (Si tenéis alguna duda sobre estas siglas, en nuestro artículo ¿Qué lleva a un animal a realizar un comportamiento? podréis aprender más sobre programas de refuerzo), puede desarrollarse un comportamiento intermedio conocido como comportamiento inducido por programación (Houston, 1986). Esto también puede manifestarse como agresión, y se conoce como agresión inducida por programación (Staddon, 1977). La agresión inducida por programación puede ser vista como una acumulación de frustración causada por el uso de un programa de refuerzo parcial o lo que es lo mismo, cuando tan sólo se refuerzan algunas de las respuestas emitidas. El problema se complica aún más cuando, durante la presencia de esta frustración emocional condicionada, ocurre el refuerzo. El animal aprende rápidamente que "estar frustrado" es parte de la contingencia para el refuerzo (Houston, 1986). Comienza nuevamente el moldeado accidental de la agresión.

 

Por ejemplo, se le pide a un delfín un salto. La respuesta es incorrecta y no se refuerza. Se vuelve a dar la señal y de nuevo la respuesta es incorrecta. La señal se da por tercera vez y de inmediato el animal rompe control, comienza a nadar rápido, vocaliza enérgicamente…

 

Otro ejemplo podría ser: se le pide a dos orcas que hagan una ola con la aleta. Una lo hace y la otra no. La orca correcta recibe el refuerzo, mientras que el otro animal no. A ambos se les pide que lo hagan de nuevo. Nuevamente, la primera orca responde correctamente, pero la segunda no. Se repite la señal para que lo realicen de nuevo y esta vez la segunda orca persigue a la primera para agredirle y luego ignora al entrenador.

 

En los escenarios anteriores, se observan dos tipos de comportamiento inducido por programación: frustración/evitación y agresión/desplazamiento. Como se puede ver, muchos principios están en juego para controlar las respuestas posteriores, y el aprendizaje, para bien o para mal, sigue teniendo lugar.

 

El primer ejemplo podría manejarse "cambiando de enfoque" y utilizando un procedimiento de disminución conocido como DRO (Reforzamiento Diferencial de Otro Comportamiento) (Kazdin, 1984). Continuar dando señales al animal sin refuerzo y pensar que está "jugando con nosotros o que no lo hace porque no quiere" es un error que puede llevar a la agresión o, como mínimo, a un historial de aprendizaje negativo. En los programas de modificación de comportamiento humano, DRO se utiliza de manera muy efectiva.

Si tenéis alguna duda, en nuestro artículo ¿Qué lleva a un animal a realizar un comportamiento? podréis aprender un poco más sobre el refuerzo diferencial.

 

Los siguientes puntos suelen aplicarse a todas las especies y son consideradas como “las reglas universales” de la agresión:

 

1. Animales que tienen la oportunidad de agredir lo harán con más frecuencia (Johnson, 1972).

2. El uso de castigo o alguna técnica aversiva causará agresión (Kazdin, 1984).

3. La agresión puede ser moldeada por reforzamiento accidental (Skinner, 1963).

4. El reforzamiento (también deliberadamente) puede dar forma a la agresión. Ejemplo:

- Los animales pueden responder inicialmente de manera más favorable a un entorno consistente (los cambios radicales deben ser lentos y positivos).

- Un animal que se encuentra privado de alimento o con hambre, agredirá más fácilmente (Staddon, 1977).

5. La mayoría de los animales tienen algún grado de repertorio agresivo (Konrad Lorenz).

Estos principios suelen aplicarse a todas las especies.

  

¿Qué es DRI?

Una de las formas más efectivas de controlar la agresión es mediante el uso de DRI (Reforzamiento Diferencial de un Comportamiento Incompatible) (Kazdin, 1984). Este es un método muy proactivo para abordar los comportamientos agresivos. DRI refuerza los comportamientos que compiten directamente con los comportamientos agresivos, o dicho de otra manera, los comportamientos incompatibles con los no deseados .

El efecto es aumentar la frecuencia del comportamiento incompatible (por ejemplo, atención o posición de control) y disminuir la frecuencia de la respuesta deseada (por ejemplo, morder o gruñir). Por ejemplo: un león marino comienza a rugir e intenta desplazar a otro. En lugar de dejar que los animales se peleen, el entrenador le pide al animal que se tumbe. El animal lo hace, recibe un refuerzo y la presentación continúa sin incidentes. 

Idealmente, el entrenador puede tener una inclinación de que esto pueda ocurrir y puede reconocer los matices del comportamiento que conducen al rugido. Si en este punto se le da una señal de un comportamiento incompatible, hay una mayor probabilidad de prevenir la agresión. En otras palabras, el reconocimiento temprano y la aplicación de DRI es el medio más efectivo para controlar la agresión. Una vez que los animales comienzan el proceso de agresión, es más difícil desviar su atención. La mejor defensa es el reconocimiento temprano. El DRI está estrechamente relacionado con el Entrenamiento de Respuestas Alternativas (Kazdin, 1984).

 

 

Como se mencionó anteriormente, comprender lo que sucede justo antes de la agresión y actuar en ese momento es donde se pueden prevenir las lesiones. A continuación se muestra una lista de señales de advertencia o precursores agresivos que pueden indicar una agresión inminente. Los animales, al igual que las personas, suelen dar muchas señales de advertencia antes de volverse violentos. Estos precursores incluyen:

 

Comportamientos agresivos en cetáceos:

1. Movimiento de cabeza hacia arriba y hacia abajo.

- Vocalizaciones inusuales.

- Golpear con las aletas o la cola.

- Respiración corta o explosiva.

- Boca abierta.

- Golpes de mandíbula.

- Ignorar las señas de su entrenador.

- Salpicar (cuando no se le pide).

- Movimientos lentos y deliberados (topografía depredadora).

- Escupir comida.

- "Exploración" con la boca.

- Evitar o bloquear a otros animales.

- Hundirse debajo de la superficie del agua.

- Echar burbujas.

- Espalda o cuerpo tenso.

- Movimientos bruscos.

- Ojos muy abiertos.

- Cualquier comportamiento anormal (deslizarse fuera del agua).

 

Comportamientos agresivos en pinnípedos:

1. Cuello retraído / ojos muy abiertos.

- Evitar.

- Ladrar o rugir.

- Movimiento de cabeza de un lado a otro.

- Bloquear a otros animales.

- Mantener contacto visual prolongado.

- "Exploración" con la boca.

- Cargar.

- Vocalizaciones inusuales (Por ejemplo los silbidos en las morsas).

- Cambio repentino de expresión.

- Cautela o mantener distancia.

- Cualquier comportamiento anormal.

 

Esta lista está lejos de estar completa y puede no cubrir todas las idiosincrasias conductuales específicas de todas las especies de mamíferos marinos, sin embargo, es imprescindible que los entrenadores y cuidadores tengan conciencia de estas señales de advertencia si desean un ambiente seguro tanto para los animales como para las personas.

 

Se espera que a estas alturas la mayoría de nosotros hayamos aprendido lo suficiente de la literatura como para entender que el castigo o el control adverso forzado causará una variedad de manifestaciones negativas, incluida la agresión (Staddon, 1977; Kazdin, 1984; Ferster y Culbertson, 1982; Houston, 1986). Aunque pueda reducir o eliminar inmediatamente la lista anterior de comportamientos o respuestas no deseadas, los animales pronto aprenderán a ocultar estas señales de advertencia antes de agredir, evitando así el castigo. Esta es una situación extremadamente peligrosa, ya que perder las "señales de advertencia" es invitar al desastre. También destruye la "confianza" que has desarrollado con tus animales.

 

Recuerda que los intentos de agresión o las numerosas respuestas incorrectas del animal no deben considerarse algo personal contra el entrenador. Los animales, al igual que nosotros, tienen días buenos y malos, y el control forzado o castigo solo aumentará la cantidad de días malos. Nada reemplazará los beneficios de utilizar paciencia, tolerancia e interacción positiva con tus animales.

Conocer los precursores es un comienzo para controlar situaciones peligrosas, pero la experiencia nos ha enseñado que hay contingencias y momentos que aumentan el riesgo de agresión. Conocer estas situaciones nos permitirá evitarlas lo mejor posible:

 

- Separaciones o gating deficientes.

- Numerosas respuestas incorrectas al SD (estímulo discriminativo).

- Alimentar solo a un animal en un grupo.

- Animales que no reciben refuerzo después de varios intentos.

- Un cambio en las contingencias de refuerzo.

- Baja intensidad, criterios o motivación observados en situaciones de entrenamiento.

- Intentar interrumpir el cortejo o actividad sexual.

- Agresión social que "desborda" hacia la sesión de entrenamiento.

- Colocar al animal en una posición vulnerable al ataque de otros.

- Presionar demasiado a los animales causando frustración.

- Tratamiento médico que puede causar malestar.

- Utilizar extinción conductual (estallido o burst de extinción, del cual hablaremos en próximos artículos).

- Animales asustados, enfermos, heridos…

 

¿Cómo reducimos o eliminamos la agresión?.

  1. Comprender las situaciones donde la agresión puede ocurrir usualmente.
  2. Comprender los precursores, las señales de advertencia que pueden predecir la agresión.
  3. DRI/DRO/DRL: Entrenamiento de respuesta alternativa para proporcionar una alternativa a la agresión. Utilizar la desensibilización.
  4. Terminar la sesión antes de que ocurra. No intentar "trabajar a través de ello". "Cambiar de enfoque" o retirarse.
  5. Mantener registros para que los entrenadores puedan aprender de sus propios errores.

Para finalizar, ya no podemos asumir que la agresión surge espontáneamente de la nada, ni podemos esperar que desaparezca por sí sola. Pero en Wezooit, estamos seguros de que con perseverancia, conocimiento de las técnicas correctas de entrenamiento y toneladas de paciencia, se puede solventar o mitigar situaciones complicadas como lo son las agresiones entre nuestros animales.

 

Y recuerda, si se puede… Wezooit!

 

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